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Subsidio: el Estado ve a las madres como consumidoras de sus empresas

29 de septiembre de 2023 por
Carolina Méndez Valencia

Por Nathalie Iriarte

Después de escuchar más de 30 testimonios de madres sobre el subsidio me queda clara una cosa: ninguna, por elección propia, compraría los 2 mil bolivianos de productos de las empresas que proveen al subsidio; y todas prefieren tener ese monto en efectivo para usarlo en sus propias necesidades.

En esto me incluyo. Soy madre de una bebé de 1 año y medio y para mí, hacer las filas del Sedem –y las filas del SUS para acceder al subsidio universal– me era imposible. A los cinco meses de gestación tuve una complicación que me dejó en cama durante más de un mes y no podía alzar nada pesado. Pero a los señores del gobierno eso no les importa, ni si quiera lo piensan. ¿Por qué? porque sus políticas de “apoyo a la nutrición materna infantil” no están basadas en estudios de género para entender las necesidades de la maternidad, sino que están creadas pensando en que las mamás seamos consumidoras de los productos de sus empresas estatales. Por otro lado, existe una mirada de tutelaje y paternalismo estatal hacia las mujeres y madres.

No es un secreto que la mayoría de las empresas del Estado son deficientes y siempre están a pérdida. “Bolivia no puede seguir sustentando empresas que no son rentables, pero aun así seguimos creando empresas públicas. Se han transferido alrededor de 500 millones de bolivianos a empresas públicas y no tenemos plata”, dice el presidente del colegio de Economistas, Jorge Akamine. Esto sumado a la poca transparencia en la contratación de empresas privadas que den un servicio al subsidio.

Entonces ¿realmente hay una intencionalidad de apoyar a las madres en gestación y post parto? ¿O será que solo nos ven como un público perfecto para justificar más empresas estatales y convenios sin licitación pública y transparente con empresas privadas?

El subsidio es un negocio millonario que se administra sin transparencia desde el Estado. Durante los varios meses de reporteo en el que trabajamos como Red de Periodismo Feminista investigando el subsidio, no tuvimos respuestas de los entes encargados sobre cómo se gestionan las empresas que proveen productos para el subsidio o quiénes eligen qué deben consumir las madres.

Nombremos algunos productos. Los pañales, que fueron quitados hace poco, eran de la marca Mi bebé –marca que pertenece a KUPEL, del grupo empresarial Kuljis Perrogón –. No sabemos cómo fue que este grupo llegó a adjudicarse ser parte del subsidio. Eso sí, las madres lo echan en falta porque sí lo consideraban útil, aunque no les sienta bien a todos los bebés por igual.

Otro producto como ejemplo: Néctar de frutas de 2 litros. Elaborado por: RT alimentos y bebidas SRL. Dirección Carretera Molino Andino – Mallasa de La Paz y distribuido por Innovando SRL. Innovando es una empresa que, según sus redes, es muy joven, su primera publicación con su logo es de enero de 2022. Harinas como la de maíz o de cañahua son hechas por FuturoBol Foods, una empresa joven creada en julio de 2019, según sus redes. Esto levanta las preguntas: ¿son empresas creadas solo para trabajar con el subsidio? ¿quiénes son sus propietarios? Nada de esto es transparente y debería ser información pública abierta.

Otro ejemplo: Leche con asaí, leche con frutas, leche con yodo, todas elaboradas y envasadas por EBA (Empresa Boliviana de Alimentos). Esta empresa en 2019 reportó una pérdida de 40 millones de bolivianos y es bueno recordar que, en abril de 2022, tras muchas quejas de los padres y niños, dejó de ser la empresa que proveía el desayuno escolar en El Alto. La alcaldesa Eva Copa buscó otras empresas privadas que den mejor servicio debido a que “los pequeños no quieren este desayuno. Hay muchos reclamos por parte de las juntas escolares y hemos decidido nosotros no contratar más los servicios de esta empresa (EBA)” dijo a la prensa en ese entonces. De nuevo, queda claro, nadie quiere consumir los productos de las empresas estatales ni está contento con su calidad.

Pilar Uriona, escritora feminista y docente explica lo que hay detrás del subsidio y cómo el Estado usa a las mujeres y su maternidad. “Hay una mercantilización de lo nutritivo de la gestación. La problemática no es solo qué consumir y cuándo sino también el modo en el que se gestionó desde la institucionalidad pública, quiénes son los mediadores, qué aprovechamiento hay para poder lucrar. La mirada es supuestamente para cuidar la salud y la vida, pero esto está atravesado por una lógica capitalista y mercantilista y no se trabaja a las mujeres y sus problemáticas como un público en horizontalidad, sino que se las ve cómo una forma de generar consumidoras bajo lógicas de explotación y aprovechamiento económico”.

Para Michelle Aruquipa, mamá de dos pequeños y antropóloga experta en estudios de género: “no importa la cantidad de alimento te den si no perciben distintas problemáticas del cuerpo materno. El gasto en productos es excesivo y el Estado podría invertir en estudios en género y maternidad. Deberíamos tener clínicas de maternidad ya que muchas mamás necesitan atención médica y psicológica en el post parto. El error del subsidio es que llena la canasta con un montón de productos innecesarios cuando deberían invertir en entender mejor la maternidad”.

“Lamentablemente en el sistema de salud y para el Estado las mamás somos una ficha más y las wawas también. Es muy duro que nos vean así”, agrega Aruquipa. Una ficha más, un cliente más. Pero no somos solo una. Según datos oficiales del Sedem, más de 400 mil mujeres reciben el subsidio prenatal, de lactancia y/o universal. Somos 400 mil madres: un botín de clientes que sigue creciendo para consumir productos que el Estado negocia en la oscuridad.

Este reportaje fue realizado por la Red de Periodismo Feminista con la subvención del Fondo de Mujeres Bolivia - Apthapi Jopueti