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El subsidio no es un beneficio para agradecer, es para exigir que lo hagan bien

29 de septiembre de 2023 por
Carolina Méndez Valencia

Por Esther Mamani

Hay derechos que vienen condicionados. Llegan con un letrero grande de promoción y uno pequeño que busca esconder cuáles son sus trucos, trampas y amañamientos. Corrijo entonces porque si viene condicionado y viciado ya no es un derecho como tal, pero era lo que leía en los afiches de las oficinas del Servicio de Desarrollo de las Empresas Públicas Productivas cuando iba a recoger el subsidio: Es tu derecho y el de tu bebé.

Al recibir los productos sentía un agradecimiento igual a cuando te hacen un favor. Pero cuando revisaba en detalles mi boleta de entrega entendía que se trataba de una política social mal ejecutada y que sirvió para poner a madres de primera y de segunda. Sin ser militar, mi lugar era el segundo. Lo que recibía eran productos valuados en dos mil bolivianos, pero que yo no podía elegir cuáles necesitaba para mí y mi niña.  

Si me hubiesen consultado habría escogido una canasta vacía a cambio de una transferencia bancaria o cheque de esos dos mil bolivianos. Durante la gestación y tras el nacimiento las mamás estamos ocupadas y angustiadas buscando la receta perfecta para alimentar bien a nuestros bebés. Ahí no están enlatados altos en azucares o seis botellas de yogurt con una semana de vencimiento.

No espero que podamos recoger un subsidio de productos a la medida perfecta de nuestras necesidades porque no hay política pública que pueda entender lo que pasa en cada hogar. Por eso, el pedido de la billetera móvil se sustenta con solo decir que las mamás tenemos la perfecta capacidad de elegir lo que hace falta en nuestras mesas y lo que no.

Las madres cargan con la responsabilidad de seleccionar qué comerán los hijos o hijas debido a los padres, una mayoría, están ausentes. Por ello, en todas estas movilizaciones se vio a más mujeres con la preocupación de qué elegir para comer. Esa elección está condicionada por muchas variables y el dinero es trascendental. De ahí que el subsidio puede parecer un favor cuando en realidad no es un regalo, dadiva o ayuda solidaria sino una obligación sustentada en la normativa vigente.

El subsidio de lactancia no puede ser un pasanaku para que las empresas beneficiadas por los contratos llenen sus listas de ventas y justifiquen las planillas de personal. Deben estar las mejores empresas que en una competencia sana busquen ofrecer a las familias productos insuperables en cualquier supermercado.

Todos esos alimentos son un apoyo, no un favor y lo que necesitamos es que sea un derecho entregado bajo principios de equidad. Hasta hoy me siento afortunada de los meses bondadosos en que las latas de leche en polvo no faltaron. Hasta hoy siento la dicha de ver la alacena llena de almendras, chía, lentejas y frijoles. Pero eso no quita todas las irregularidades cuando entregan los productos, los ajetreos en acomodar en otras casas el yogurt para que no se fermente.

Entre mamás, muchas, fuimos proveedoras de lácteos para otros familiares, amigos y vecinos porque recibíamos lotes de yogurt y leche en bolsa que debíamos acabar en una semana antes de que se malogren. Yo los obsequiaba sabiendo que iban a ser consumidos, no tenía más opción y tampoco estaba en condiciones de vender.

Y ni qué decir de las veces en que comparaba los precios de los supermercados con los del mercado. ¿25 bolivianos por cuatro mandarinas envueltas en plástico? En el mercado Rodríguez, podía llevar hasta 20 por el mismo precio. Esas comparaciones de precio fueron inevitables mientras fui beneficiaria del subsidio.

La empresa donde trabajaba estaba pagando ese dinero a mi nombre y obviamente era un juego de números ver que estábamos perdiendo, despilfarrando. La formalidad que tanto se busca no iba a poner a las caseras del mercado Rodríguez en ningún supermercado. Aún con todas esas críticas y charlas con otras mamás siempre quedaba en mi la sensación de que estábamos agradeciendo antes que reclamar.

Eso cambió cuando mujeres organizadas y hartas de las deficiencias en la entrega de los productos buscaron a la activista feminista María Galindo. Junto al movimiento de Mujeres Creando impulsaron movimientos en diferentes ciudades para pedir una mejora del servicio bajo una consigna: billetera móvil.

Todas esas críticas llegaron a un conducto: pidamos billetera móvil, cuestionemos las tareas que cumplimos solo mujeres en la crianza, revisemos los nombres de las empresas, evaluemos su desempeño. No esperen un agradecimiento, lo que tenemos para decirles es que mejoren. Lo que hoy se hace con el subsidio es insuficiente y plagado de errores, es su trabajo hacerlo bien. No es un favor.

Este reportaje fue realizado por la Red de Periodismo Feminista con la subvención del Fondo de Mujeres Bolivia - Apthapi Jopueti