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Las Casas Trans en Bolivia: un refugio colectivo que busca cambiar vidas

Las Casas Trans han surgido como refugios clave para la población diversa y quienes buscan apoyo. Estos espacios no solo brindan atención integral basada en los derechos humanos, sino que se han convertido en lugares seguros desde los cuales se impulsa activamente la defensa de los derechos de la población trans, sobre todo de las mujeres trans.
27 de abril de 2025 por
Red de Periodismo Feminista de Bolivia
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Las/os/es integrantes de la Casa Trans de Cochabamba en una actividad recreativa. Foto de cortesía.

Por Brenda Villalba

En una mano sostiene un libro rojo; las letras doradas dibujan el título: “Truman Capote. A sangre fría”. Conversamos sobre el texto, y ella, casi como una confesión, me dice: “Es para una materia de la universidad”. Nuestras palabras fluyen bajo un sol intenso y un viento que juega con fuerza entre los cabellos negros de Carolina, haciendo vibrar su vestido negro de delgadas rayas blancas, casi al mismo ritmo que una pequeña bandera que lleva en la otra mano: un arcoíris con franjas azules, blancas y rosadas. Una insignia de su lucha, su historia, sus sueños y, por encima de todo, de su identidad como mujer trans.

Carolina es una de las primeras beneficiarias y colaboradoras en la construcción de la Casa Trans en Cochabamba. Una institución que no solo responde a los vacíos estatales ofreciendo un servicio de salud integral —es decir, médico, psicológico y legal— a la población, sino que está transformando la vida de mujeres trans y de las diversidades sexo-genéricas.

Para ella la Casa Trans cambió su visión de sí misma, de sus compañeras y de un posible futuro: “Alcanzar ese proyecto de vida que muchas personas tienen, pero que para nosotras era muy difícil pensarlo”, dice Carolina, mientras esboza una ligera sonrisa y mira hacia el suelo, como proyectando algún viejo recuerdo, como un holograma que me envuelve en una atmósfera de intimidad también.

En Bolivia, las diversidades sexo-genéricas sufren de discriminación y desigualdades marcadas por estigmas y prejuicios sociales que se traducen en violencia, tanto social como institucional. 

Según el informe defensorial “Desiguales ante la Ley. Resultados y análisis de la 1ra encuesta virtual para personas con diversa orientación sexual, identidad y expresión de género en Bolivia”, en 2023 se estimaba que el 64% de las personas trans habían sufrido algún tipo de discriminación, de las cuales muy pocas llegan a denunciar, por la desconfianza al sistema judicial.

Esta realidad se vincula directamente con la reducción en la esperanza de vida de las mujeres trans en Bolivia. Según Luna Sharlotte Húmerez, presidenta de la Organización de Travestis, Transgéneros y Transexuales de Bolivia y coordinadora de la Casa Trans de La Paz, la esperanza de vida de una mujer trans es de apenas 45 años, debido a múltiples factores: los crímenes de odio —en la última década se contabilizaron 80 casos, según el diario Opinión, muchos de los cuales no llegan a investigarse por falta de denuncia familiar o por la inacción del sistema judicial—, los riesgos del trabajo sexual, la escasa inserción laboral y educativa, además de la limitada protección estatal.

María Chantal Cuéllar, coordinadora de la Casa Trans en Cochabamba, señala que la vulneración de derechos hacia las mujeres trans es aún más profunda, ya que ser trans implica salirse del marco heteronormativo, es decir, el binarismo de género, resultado de una sociedad machista que se refuerza con discursos religiosos.

Estas barreras sociales se han traducido en la vida de las mujeres trans mediante la falta de oportunidades. Sin embargo, para Carolina la Casa Trans representa ese apoyo para seguir luchando por sus sueños y cambiar las realidades de otras compañeras. “Yo me agarré de esta idea de pensar que sí podemos cambiar la sociedad y de cierto modo incidir para que el Estado tome conciencia de las falencias que tiene”, comenta.

Más que una casa​

Surgió como una idea en 2020, en el departamento de Santa Cruz de la Sierra, una de las ciudades con más población trans del país. A la cabeza de la organización de mujeres trans, Kerana Saucedo y Muriel Arteaga —actuales coordinadoras de la Casa Trans en esta ciudad— mencionan que, ante la discriminación y la agresión en espacios públicos, la gestión de la casa representó la construcción de un lugar seguro: un espacio para reunirse sin miedo. Un refugio creado por ellas y para ellas.

Desde su origen, el proyecto se pensó como algo más allá de una oficina y sus servicios. Las fundadoras lo imaginaron como una apuesta por transformar la vida de las mujeres trans en Bolivia. Así, con el esfuerzo colectivo, lograron alquilar un espacio gracias a los ahorros comunes, una kermesse solidaria y el respaldo de una compañera comprometida con la causa. Poco a poco, la casa comenzó a tomar forma: un refrigerador viejo, un espejo, unas cuantas sillas y, sobre todo, la calidez que cada una aportó. Solo el año 2024, la Casa Trans de Santa Cruz ha atendido a 1110 mujeres trans a través de las Promotoras Educadoras Pares, responsables de brindar información y realizar pruebas.

En 2021, la pandemia de COVID-19 agravó aún más la situación. Muchas mujeres trans, que dependían del trabajo sexual o de pequeños emprendimientos, se vieron severamente afectadas. Un diagnóstico realizado ese año reveló que el 35% fue desalojada de sus hogares o alquileres, el 62% sufrió algún tipo de discriminación y el 76% perdió ingresos de manera significativa. El acceso a salud, alimentos y servicios básicos se volvió crítico. Muchas ni siquiera pudieron acudir a centros médicos, y las ayudas gubernamentales eran inaccesibles para quienes no contaban con documentos legales o se enfrentaban a trabas burocráticas.

Este diagnóstico, titulado “Una nueva realidad: situación de la población trans femenina que ejerce el trabajo sexual en Bolivia bajo la coyuntura impuesta por la pandemia de COVID-19”, fue elaborado por el Movimiento Trans Feminista y fue pieza fundamental para lograr el financiamiento posterior. Su presentación al Fondo Mundial de Lucha contra el VIH/Sida —a través del Mecanismo de Coordinación País y con el respaldo del PNUD y la Asociación Un Nuevo Camino (Asuncami) como socios implementadores— permitió acceder al financiamiento necesario para fortalecer la Casa Trans de Santa Cruz y abrir nuevas casas en otras tres ciudades. 

Según Kerana, la Casa Trans de Santa Cruz se convirtió rápidamente en un referente para otras mujeres trans del país, lo que permitió replicar el modelo en tres nuevas ciudades: Cochabamba, La Paz y Trinidad, en el Beni. Además, el espacio empezó a recibir la visita de mujeres trans de otros países, como Perú, interesadas en conocer sobre el proyecto.

Después de un año de funcionamiento, las fundadoras comenzaron a plantearse nuevas formas de transformar la vida de la población trans. Las Casas Trans dejaron de ser únicamente espacios de asistencia —centrados en servicios psicológicos, médicos o legales—, ahora se distinguen como plataformas de emancipación colectiva. Un lugar donde se redefine la lucha trans en Bolivia desde un enfoque interseccional, comunitario y profundamente humano, según menciona Chantal Cuellar.

En este sentido, en 2023 se propuso un cambio de enfoque: las Casas Trans no solo brindarían refugio y atención básica, sino que empezarían a promover oportunidades laborales, acceso a la educación, fortalecimiento de derechos y el empoderamiento integral de las personas trans. Además, se inició un proceso de sistematización de datos que permitió registrar y visibilizar la situación de esta población a partir de los servicios brindados.

                                                                           Elaboración propia con datos de La propuesta de Casas Comunitarias

En este esfuerzo, solo en 2024, la Casa Trans de Cochabamba atendió a 457 personas y la de La Paz a 1012 personas, solo contando los casos con las Promotoras Educadoras Pares. Sin embargo, ese número se transforma con los cambios del proyecto y los diferentes servicios.

Un antes y un después, cambio para las mujeres trans

Mientras subo al segundo piso, las voces de un programa de televisión se hacen cada vez más nítidas, las vibraciones del sonido alto recorren mi cuerpo. Al cruzar la puerta, el salón principal se revela: un televisor al fondo y un comedor con doce sillas. Más tarde, este espacio se volvería para mí inseparable del recuerdo de Carolina: el lugar donde han celebrado los cumpleaños de muchas mujeres trans que, hasta entonces, nunca habían tenido uno.

Las palabras de Carolina me devuelven a ese espacio cálido que representa la Casa Trans para ella: un lugar de confraternización, pero también de lucha constante por sus derechos, construcción política y empoderamiento. “Para mí fue un cambio total. Este es un lugar donde estamos seguras, donde podemos hablar sin miedo, sin filtros. Es como encontrar la guía que nunca tuvimos en nuestros hogares”, afirma con voz firme. Y agrega su definición "es como un primer hogar o el reemplazo de uno que fue negado”.

Según la investigación “Situación social de las personas trans en la ciudad de La Paz” del 2022 menciona “que se produce una salida temprana del núcleo familiar ya que las personas trans suelen revelar su identidad entre los 15 a 18 años, una edad en la que aún no han culminado los estudios escolares.”. 

Siendo uno de los factores principales para la reducción de oportunidades educativas y laborales de la población trans. Según el estudio “Datos sobre acoso escolar por homofobia y transfobia en Bolivia”, al menos el 72% de esta población abandona sus estudios en la secundaria. En muchos casos, esta desvinculación temprana obliga a las mujeres trans a recurrir a formas de subsistencia como el trabajo sexual. Se estima que al menos el 80% se dedica a esta actividad, mientras que el 47,3% gana menos de 1000 bolivianos al mes, de acuerdo con datos del informe defensorial.

En 2018, tras ser elegida Reina Trans y comenzar su transición, Carolina decidió irse de casa. Ese mismo año conoció a Chantal, quien la integró al proyecto de la Casa Trans de Cochabamba. Sin embargo, antes de eso, ya trabajaba en salud comunitaria: repartía condones y promovía pruebas de VIH.  Pero fue al fundar la Casa Trans cuando identificaron nuevas necesidades: “Nunca pensamos en otras necesidades, y cuando creamos la Casa Trans recibimos estas realidades que poco a poco nos hacían repensar nuestras áreas de trabajo”, comenta.

Estos espacios se han convertido en referentes gracias a las diferentes actividades que han impulsado, pero, sobre todo, el repensar de los espacios de las mujeres trans. “Una mujer trans puede ser abogada, puede estar en la universidad, puede dirigir una organización”, afirma Chantal.

En este sentido, el impulso por la profesionalización y oportunidades laborales son aspectos relevantes de las Casas Trans. Han logrado generar espacios de emprendimientos que aportan a la sostenibilidad del proyecto. En Santa Cruz se cuenta con un salón de belleza y restaurante, donde trabajan mujeres trans; en el caso de La Paz tienen un salón de belleza también y en el caso de Cochabamba se enfocan en desarrollar proyecto sociales para su financiación. Además de generar ingresos, estos lugares abren oportunidades dentro de la población, aún dentro de sus servicios principales —psicológico, legal y médico—. Pero, además, promueven talleres para fomentar el emprendimiento trans.

“Se impulsa todo esto, y creo que a nivel personal se ha reforzado mucho en mí. He sido parte de estos talleres o también los he facilitado”, recuerda Carolina. Sin embargo, para que un emprendimiento funcione, se deben considerar otros factores, como la discriminación estructural que todavía persiste hacia la población trans. Aun así, las Casas Trans permiten soñar con futuros posibles.

Por ejemplo, entre 2021 y 2022, la Casa Trans de Santa Cruz, junto a la organización Kerana y el Colectivo Rebeldía, consiguió 11 becas con respaldo ministerial. 

En un rincón cálido, entre sofás y libros, la psicóloga de la Casas Trans de Cochabamba Ninoska Flores resume su impacto: “Aquí las chicas han empezado a pensar: ‘Puedo ir a la universidad, puedo salir bachiller, puedo montar un negocio, puedo hacer tiktoks, puedo presentarme como modelo, puedo empezar a hacer blogs de maquillaje. Entonces han empezado a pensar en cosas que antes no”, agrega.

Una tercera etapa con visión a la especialización: centros comunitarios

La tarde de un jueves volví a visitar la institución. En la parte izquierda de la puerta que conduce a un pequeño pasaje hasta llegar a unas escaleras se encuentra un pequeño rectángulo que indica que ya he llegado al destino. Las gradas finalmente me permiten entrar al salón principal, donde muchas de las chicas se encuentran realizando un nuevo proyecto. Me indican que la doctora se encuentra esperándome para la entrevista.

En el tercer piso de esa casa, un salón luminoso me recibe. Una camilla junto al escritorio de la doctora revela el objetivo del lugar: ofrecer revisiones médicas básicas. Aunque cada uno tiene sus particularidades, este espacio se replica en las cuatro Casas Trans del país, con una misma finalidad: atender a la población trans con un enfoque específico en su salud.

Esta iniciativa representa una expansión exitosa del modelo de las Casas Trans y da lugar a los llamados Centros Comunitarios Trans, implementados en 2024 con el apoyo del Ministerio de Salud y Deportes, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo Mundial. Los Centros Comunitarios Trans están integrados dentro de las cuatro Casas Trans existentes en Bolivia, y su propósito va mucho más allá de ofrecer chequeos médicos, pruebas de VIH y otras ITS, o distribuir preservativos y lubricantes. Su misión principal es brindar información clara y accesible a la población sexo-genérica sobre temas fundamentales relacionados con la salud, los procesos de transición y, especialmente, facilitar su inclusión efectiva en el Sistema Único de Salud (SUS) del país.

Por otra parte, para Chantal Cuéllar el objetivo central es que esta población normalice el autocuidado de su salud y pueda detectar problemas médicos de forma temprana. Además, los centros buscan generar información sobre el acceso y la calidad de la atención médica que reciben las mujeres trans. Chantal menciona que esto “permitirá en el futuro diseñar una propuesta para que el SUS amplíe su cobertura y ajuste sus protocolos a las necesidades específicas de las mujeres trans”.

En Bolivia, el acceso a la salud por parte de la población trans es muy limitado: apenas el 37,3% cuenta con cobertura, según el informe Desiguales ante la Ley. Esta situación se agravó durante la pandemia, cuando el 75% de las mujeres trans no recibió atención médica. En ese periodo se registró la muerte de una mujer trans debido a negligencia, evidenciando discriminación estructural. Por ello, los centros comunitarios se consolidan como espacios donde el acercamiento a la salud no implica miedo, rechazo o violencia.

Actualmente, estos centros forman parte de la Estrategia Trans Nacional, esta propuesta que plantea la incorporación de Promotoras Educadoras Pares (PEP): mujeres trans, quienes se vinculan con el sistema de salud. Ellas brindan información, realizan charlas, distribuyen preservativos y ofrecen pruebas gratuitas de VIH y otras ITS, desde un enfoque comunitario y nace a partir de estudios epidemiológicos que impulsa el Ministerio de Salud y Deportes con el objetivo de conocer la prevalencia de distintas enfermedades en el país.

En este sentido, los Centros Comunitarios Trans funcionan como un brazo operativo del Ministerio de Salud y Deportes, con recursos financiados por el Fondo Mundial. Actualmente, han alcanzado un logro aún más significativo: una vez al mes, los centros se trasladan a zonas alejadas del país con el objetivo de acercar sus servicios médicos a otras comunidades. Durante estas visitas, se brinda información, se realizan pruebas gratuitas y se llevan a cabo entrevistas para comprender la situación de las mujeres trans en contextos rurales o de difícil acceso. Para el año 2025, está prevista la expansión de esta estrategia a 16 nuevos puntos en todo el país, incluyendo municipios y ciudades como Oruro, Potosí, Sucre y Pando.

                                          Elaboración propia con datos del informe Indicadores y resultados en la implementación de las actividades 2024 - ASUNCAMI

Una decisión informada

Muchas personas de esta población enfrentan diversos obstáculos, y muchas sienten temor al momento de acudir a centros de salud. Chantal señala que, aunque en Bolivia se ha despatologizado la transexualidad y la identidad transgénero, aún se siguen cometiendo actos de discriminación. Además, no existe una formación médica especializada para atender adecuadamente a esta población, sin embargo, para este último, desde las Casas Trans, se están organizando conversatorios para mejorar la atención a la población trans.

El proceso de transición de Carolina, estuvo marcado por estas barreras sociales. Durante varios meses tuvo que enfrentarse no sólo al desconocimiento del mismo personal médico sino a su propio desconocimiento. “Me arrepiento a nivel médico de no haber pensado un poco más o no haber adquirido mayor información.”

La firme decisión de someterse a una cirugía la llevó por carreteras y cielos a través de cuatro departamentos de Bolivia. Buscando más información sobre el procedimiento quirúrgico, entre la solitaria decisión y el miedo constante,  encontró apoyo en otras mujeres trans que la guiaron en el camino. “Yo me operé sin ningún apoyo económico, ni siquiera motivacional de mi familia. Y necesitaba eso, porque me puse a llorar. Estaba sola… pero aún así, feliz”, recuerda.

En este contexto, la Dra. Gabriela Pereira, doctora del Centro Comunitario Trans de Cochabamba, enfatiza la importancia del trabajo con Promotoras Educadoras Pares (PEP), quienes son las encargadas de enlazar a las mujeres trans con el sistema de salud, pero también de dar información y servicio cercano. “Cuando brindamos un servicio con calidez, con ellas como puente, es mucho más fácil que las compañeras se acerquen, nos cuenten lo que necesitan y accedan a un tratamiento de calidad”, señala.

Al mismo tiempo, el contar con una especialista en salud y una psicóloga que pertenecen a la comunidad trans en el caso de Santa Cruz o que trabajan con perspectiva de género como en el caso de Cochabamba, hace posible no solo la atención integral en diversos casos, como por ejemplo, la transición, sino que rompe con el estereotipo de cómo se debe ver una mujer trans. Por eso, desde la casa se trata de generar decisiones informadas y romper con los viejos moldes de cánones de feminidad, para empezar a hablar de la diversidad dentro de la misma población.

"Hay compañeras que antes no se sentían trans porque decían: 'Todavía no he hecho mi cambio de nombre, entonces no soy una mujer trans'. Y ahí es donde intervenimos, porque entendimos que dentro de esta amplia experiencia que es la identidad de género, existen muchas formas de ser", me cuenta Carolina, como si un ligero suspiro hubiera terminado con sus propias dudas ante ella misma.

La desinformación también afecta a las familias de las mujeres trans. Según un estudio realizado por Eimy Tornero en el año 2022, la mayoría de las familias no solo se enfrentan a un cambio de percepción de un miembro de la familia, sino a cómo esta decisión podría poner en riesgo sus vidas, lo que les genera profundo temor. Por eso, las casas trabajan en incluir y educar a las familias de sus beneficiarias. 

“Hemos entendido que el transicionar no es un proceso individual, sino es un proceso sistémico. Es un proceso comunitario. No solo transiciona la persona que está en proceso de transición, sino también la familia, los hermanos, los papás, la pareja, los compañeros. Toda la gente que está a su alrededor está siguiendo ese proceso, y a la familia es la que se impacta más y algo que también pasa es que hay un duelo porque en el caso de las chicas trans, el hijo que tenías ya no existe, de aquí en adelante tienes una hija”, menciona Flores, la psicóloga del centro comunitario de Cochabamba.

Carolina ve en esta iniciativa un logro estructural para otras mujeres. Recuerda que alguna vez, en los inicios de su transición, tuvo que llevar a una mujer trans a su casa para explicar a sus padres qué es ser una mujer trans. Cada memoria que enuncia parece identificarse entre lo bueno y lo malo, lo amargo y lo dulce. Entre sus gestos y el ambiente me encuentro en los matices de su historia y su esperanza. Ella está convencida de que hoy el camino es un poco más claro gracias a esos esfuerzos.

“No había cómo conseguir aceptación de parte de mi familia y yo pienso que con una guía hubiera sido un poquito más fácil o llevadero poder mencionar lo que es ser una mujer trans” y añade “Si hubiera habido un lugar como la Casa Trans tal vez mi vida hubiera sido menos complicada”. 

Aunque los cambios sociales aún enfrentan grandes retos, las Casas Trans se han consolidado como espacios de lucha por los derechos humanos y referentes para las diversidades. En La Paz, por ejemplo, después de múltiples rechazos para alquilar una casa debido al prejuicio a que esta sea un “club nocturno”, el constante trabajo de las mujeres trans logró que este espacio sea valorado y respetado por la comunidad.

Las Casas Trans no están dirigidas únicamente a la población diversa: también funcionan como espacios de apoyo abierto al público general. En su oficina, decorada con fotos, banderas trans y recuerdos de luchas compartidas, Chantal se detiene a pensar, mientras acaricia con los ojos cada imagen colgada en la pared y con una sonrisa amplia, comparte una escena que para ella marca un antes y un después.

”Algo que nos ha alegrado mucho este año es ver que algunas madres han comenzado a traer a sus hijas a las Casas. Al principio llegan con cierto temor, pero luego se sienten acogidas. Les explicamos que este no es solo un centro de servicios, sino un hogar donde pueden encontrar apoyo y orientación.”

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Este reportaje se realizó con el apoyo del Fondo para el Periodismo de Soluciones en Latinoamérica, una iniciativa de El Colectivo 506. El reportaje se publicó en colaboración entre la RedFem de Bolivia y El Colectivo 506 en abril del 2025.


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