Centro infantil El Carmen en Santa Cruz de la Sierra. Foto: Karem Mendoza
Por Anahí Cazas Álvarez
El día que dejó por primera vez a su niño de tres años en un centro infantil de la ciudad de El Alto, Beatriz se levantó a las 5.00 de la mañana para cocinar y lavar ropa pendiente. Había peregrinado semanas para acceder a un cupo en una guardería pública, y por un instante pensó que no conseguiría el espacio al ver la hilera de solicitudes y se imaginó otro año más de cargar en su espalda a su hijo mientras vende en las calles, pero al final recibió la confirmación de la inscripción.
“Fue difícil conseguir un espacio para inscribir a mi hijito”, dice Beatriz, quien primero aclara que está agradecida por tener un lugar dónde dejar a su niño mientras trabaja. Ella prefiere guardar su verdadero nombre en reserva, porque no quiere tener problemas o excusas para perder el espacio ganado.
Considera, al igual que otras madres, que es importante revelar la peregrinación que viven a la hora de conseguir un cupo en un centro infantil público. “Deberían abrir más (guarderías)”, dice y reniega contra las autoridades del Estado por no resolver este problema, por no saldar la deuda del trabajo de cuidado, una responsabilidad que se ha impuesto a las mujeres y es una de las principales causas de la desigualdad entre hombres y mujeres.
En Bolivia, las cifras reflejan esta deuda sin resolver. Sólo hay 196 centros infantiles públicos en Santa Cruz de la Sierra, El Alto, La Paz, Cochabamba y Sucre, las ciudades más pobladas del país, de acuerdo con un registro elaborado por el equipo periodístico de este reportaje, con base en datos recolectados de los gobiernos municipales.
En las cinco urbes, estos 196 centros infantiles públicos atienden en total a 7.705 niños y niñas menores de cuatro años. Sucre amplía el servicio hasta los cinco años y El Alto acepta a menores de esa edad sólo en casos excepcionales.
Esta cantidad de guarderías públicas sólo beneficia al 1,9% de la población menor de cuatro años en las cinco ciudades analizadas, según un cálculo basado en la cantidad de beneficiarios del total de los centros infantiles (7.705) y los datos del Censo de Población y Vivienda de 2012 (398.864 niños y niñas de 0 a cuatro años). (Ver infografía 2).
Para las usuarias, este porcentaje es una evidencia de la deuda que tiene el Estado con las mujeres, la deuda del trabajo de cuidado. “Es difícil”, “Hay que tener paciencia”, “Dos años he esperado para inscribir a mi hijito”, “Es una preocupación para las mamás”, “No alcanza la plata para una guardería privada, son carísimas” y “Deberían abrir más centros”. Estas son algunas frases de las mujeres, quienes coinciden en reiterar que la falta de cupos en los centros infantiles es un problema sin resolver de las autoridades de los municipios, las gobernaciones y el Gobierno central.
Sucre, Cochabamba y El Alto son las ciudades que más centros infantiles públicos tienen, mientras que La Paz es la que menos tiene, de acuerdo con un registro elaborado por un equipo periodístico, con base en información de los gobiernos municipales. Las 196 guarderías atienden de lunes a viernes y la mayoría ofrece un servicio de ocho horas. (Ver infografía 3)
La larga espera
De los 30 testimonios de madres y usuarias de centros infantiles públicos en Santa Cruz de la Sierra, El Alto, La Paz, Cochabamba y Sucre, 20 revelaron que peregrinaron para conseguir un cupo. En 10 casos, tuvieron que esperar hasta un año para acceder a un espacio.
Daniela, de 24 años, cruzó los dedos durante semanas para conseguir un cupo en el Centro Infantil La Morita de la ciudad de Santa Cruz. Antes, en enero, dejó los papeles de solicitud de un espacio para su niña de dos años y medio. “No me llamaban. Decidí venir a averiguar y me dijeron que tenía que esperar”, cuenta.
Esperó la confirmación en medio de incertidumbre y preocupación, hasta que recibió la llamada de la administración del centro infantil. Le preguntaron si podía solventar el costo de la cuota mensual, además le pidieron los certificados de trabajo de ella y de su esposo. “Yo trabajo en cocina de 10.00 de la mañana a 4.00 de la tarde. Y estar con mi hija en la cocina es peligroso”, explica.
Daniela casi siempre se encarga de llevar a su niña a la guardería. “La dejo y me da tiempo para hacer las cosas de la casa. Luego, me voy a trabajar y al volver a casa, cuido a mi hija”, dice. Para recoger a su niña, hace turnos con su pareja. Todo depende si requiere quedarse más tiempo en el trabajo. Su caso no es único.
“Es otra pena que cargamos las mujeres, porque tenemos que trabajar y no hay a quién dejar a la wawa”, relata Yola, mamá de una niña en un centro infantil de El Alto. Al ser consultada sobre el padre y si él también siente esa preocupación, ella relata que él no se encarga del cuidado de sus hijos. “Es la realidad”, agrega.
Yola explica que desde niña en casa vio cómo su mamá se encargó de cuidar a sus cinco hermanos, además de cumplir las labores de casa. Asegura que de alguna manera ella asumió ese rol, que también lo vio cumplir en sus hermanas, tías, primas y amigas. Dice que hoy, con los años, esa situación no ha cambiado mucho.
Una muestra clara de lo que relata Yola se da al ver quiénes en su mayoría hacen las solicitudes para conseguir un cupo en los centros infantiles. “Somos las mujeres, las mamás”, agrega.
Esta realidad se refleja en datos e investigaciones. Las “mujeres bolivianas dedican cerca de siete horas diarias a trabajos de cuidado, casi el doble que los hombres, con consecuencias en su derecho al trabajo y la educación”, según el estudio “Tiempo para cuidar. Compartir el cuidado para la sostenibilidad de la vida”, de Oxfam en Bolivia.
La deuda del Estado con las mujeres: En cinco ciudades de Bolivia hay 196 guarderías públicas que sólo atienden al 1,9% de la población menor de 4 años