Nuestro 8M como Red de Periodismo Feminista

Raykha Flores/Periodista

¿Por qué marchamos las mujeres el 8 de marzo? Por la equidad salarial y laboral, contra la violencia, en pos de la autonomía de nuestros cuerpos.

Son algunas consignas recurrentes en el Día Internacional de la Mujer, pero pueden variar según las experiencias de los movimientos de mujeres en distintas partes de Bolivia y el mundo. Al fin y al cabo, nos volvemos feministas por nuestras historias personales, no porque estudiamos para ello.

Así lo remarca la activista Licha Arancibia en una conversa con la Red de Periodistas Feministas de Bolivia.

Son esas historias personales las que confluirán este 8 de marzo en miles de marchas alrededor del mundo, marchas que en Bolivia han tenido su explosión recién en los últimos años. Por eso la alegría y la adrenalina, pero también la indignación, la desconfianza y los nervios. Indignación por la violencia. Desconfianza por el hostigamiento y el riesgo de agresiones. Nervios por las compañeras a las que hay que cuidar y por la presencia de la Policía, dice Licha.

Pese a las marchas multitudinarias, el feminismo no es, precisamente, la palabra más apreciada en la agenda mediática y social y tiene al frente una contracampaña desplegada desde distintos frentes. No hay, además, un solo feminismo, por lo que su articulación es compleja y persiste el reto de llegar con la convocatoria a todos los grupos.

El desafío, este 8 de marzo, es dejar de lado el “feministómetro”, “esta idea patriarcal de creer que el único feminismo que importa es el que yo hago”, alerta Licha.

¿Qué papel juega en todo esto el periodismo? El periodismo feminista quiere aportar.

Por eso las reflexiones con Licha, para una cobertura responsable y sorora que, básicamente, debe respetar reglas del buen periodismo: evitar la información parcial y la revictimización, llegar al 8 de marzo con la información suficiente de la conmemoración mundial y generar un ambiente de seguridad y confianza para la cobertura.

La marcha no es un espectáculo mediático y hay muchos que lo asumen como tal.

Activistas piden ver no solo el grafiti, sino al policía; considerar que entre las marchistas hay mujeres que viven situaciones de violencia o familiares de víctimas de feminicidios; identificarse como prensa y, por lo mismo, preguntar para tomar fotografías o videos.

Licha prefiere mujeres para las coberturas periodistas: “Suena misándrico, pero estamos en un espacio en el que queremos sentirnos seguras como mujeres”.

Uno de los dos colegas varones que forma parte de la conversa junto a una quincena de mujeres confiesa que se siente tocado ante la generalización, pero luego le da la razón al recordar que presenció cuando un hombre se hizo pasar por periodista para arremeter contra una concentración del 8M en Sucre.

Ser mujer no garantiza un apoyo pleno, pero las mujeres han sentido en algún momento esa desigualdad y sufrido la violencia contra las que hoy se alza la voz.